Un 25 de noviembre a horas 10:00 am, todos los medios y en todo el mundo daban cuenta el fallecimiento de unos de los hombres más controversial de la historia de la humanidad, para algunos un lunático que tarde o temprano tenía que dejar de existir y caer con el su régimen e ideología insana, para otros un revolucionario con coraje y convicción que logro una sociedad más justa para todo un pueblo que lo defendía hasta con su muerte.


En el panorama internacional Fidel Castro murió simplemente y con él un personaje que enfrento abierta y directamente a una hegemonía imperialista como la de los Estados Unidos. A lo largo de sus 47 años de mando absoluto en Cuba. Estrenó su poder caudillista el 1 de enero de 1959 tras derrocar a tiro limpio al régimen de Batista. 

Al final de sus días,  una enfermedad lo apartó del Gobierno en 2006, desapareció su influencia en una isla que siempre se le quedó pequeña, pues Castro la concebía como una pieza de ajedrez en la gran partida de la revolución universal. Cuba era Fidel y Fidel era Cuba.

La biografía de Fidel Alejandro Castro Ruz comienza el 13 de agosto de 1926 en el pequeño poblado de Birán, cerca de Holguín, antigua provincia cubana de Oriente. Fue el tercero de los siete hijos tenidos fuera del matrimonio por Ángel Castro, un rudo hacendado gallego llegado a Cuba como soldado de reemplazo al final de la guerra de independencia, y la cubana Lina Ruz, que entró a trabajar como criada en la finca familiar.

Fidel Castro y Ernesto Che Guevara, en 1959 en La Habana.
En 1945 entró a estudiar Derecho en la Universidad de La Habana, donde el ambiente de efervescencia política y pistolones le llevaron a sumarse a rocambolescas aventuras revolucionarias como el intento de expedición armada para derrocar al dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo, en 1947. Un año después, siendo ya un prominente líder estudiantil, participó en la revuelta del Bogotazo tras el asesinato del líder liberal colombiano Jorge Eliezer Gaitán —fue su primera experiencia de insurrección popular—, y ese mismo año de 1948 contrajo matrimonio con Mirta Díaz-Balart, una atractiva estudiante de Filosofía perteneciente a una familia adinerada, con la que tuvo su primer hijo, Fidelito.

Tras graduarse de abogado en 1950 y abrir un pequeño bufete, entró en política con el Partido Ortodoxo, que lo designó candidato al Congreso en las elecciones que debían realizarse en junio de 1952. Sin embargo, el 10 de marzo de ese año la historia de Fidel Castro y la de Cuba cambiaron para siempre con el golpe de Estado que encabezó el sargento Fulgencio Batista.

Castro concibió una acción armada que debía provocar una insurrección popular: fue el asalto al cuartel Moncada, en Santiago de Cuba, el 26 de julio de 1953. La operación acabó en fracaso y se saldó con la muerte de 67 de los 135 integrantes del comando revolucionario, la mayoría asesinados después de los combates. Los rebeldes fueron juzgados en un proceso muy sonado en el que Castro asumió su propia defensa, el célebre alegato conocido como La historia me absolverá, donde expuso su programa político y revolucionario que incluía entre sus demandas la restauración de la constitución de 1940.

Fidel Castro, en su primera visita a ONU en 1960, junto a Nikita Kruschev.
Fidel fue condenado a 15 años de prisión y su hermano Raúl a 13, pero los moncadistas fueron amnistiados en 1955 y Castro partió hacia el exilio. En México, donde conoció al Che Guevara, preparó el desembarco del yate Granma, que se produjo el 2 de diciembre de 1956 en la playa de las Coloradas, en la costa oriental de Cuba, acción que marcó el inicio de dos años de lucha guerrillera en la Sierra Maestra y que finalmente condujo a la derrota del Ejército de Batista y la huida del dictador en la madrugada del 1 de enero de 1959. Fidel bajó de la montaña envuelto en la bandera de José Martí y convertido en un ídolo popular que encarnaba los valores de la justicia social en una nación empobrecida por la dictadura. 

El 17 de mayo de 1959 puso en marcha la primera ley de reforma agraria, que supuso la expropiación de los grandes latifundios azucareros, muchos de ellos norteamericanos, a lo que siguieron una serie de medidas de corte social.


 Fidel Castro y Salvador Allende, en Chile en 1971.
Los colegios religiosos fueron nacionalizados, se hizo una campaña nacional contra el analfabetismo y tanto la educación como la salud pasaron a ser universales y gratuitas. Ya en junio Castro abandonó la promesa de celebrar elecciones libres en 18 meses (“primero la revolución, luego las elecciones”, dijo) y emprendió un drástico reordenamiento de las instituciones, mientras los fusilamientos de los primeros tiempos de la revolución eran criticados en el exterior.

Los desencuentros iniciales con EE UU se convirtieron enseguida en agrias tensiones y muy pronto la espiral de medidas y contramedidas se hizo indetenible. Washington adoptó las primeras restricciones del embargo económico y en mayo de 1960 Castro reanudó las relaciones diplomáticas con la Unión Soviética, interrumpidas por Batista en 1952.

Entre 1975 y 1989, mandó 300.000 soldados cubanos a la guerra de Angola
Durante medio siglo Fidel gobernó la isla a golpe de discursos y utilizó masivamente la televisión para lograr el respaldo popular, un tesoro político que administró con la misma habilidad con que se deshizo de sus enemigos en el momento más conveniente y con que se sirvió de sus aliados para montar un sistema político a su medida, en el que el Ejército y el Partido Comunista fueron los pilares de su poder.

En la primavera de 1961, Fidel en persona dirigió las operaciones militares para derrotar la invasión de Bahía de Cochinos, una aventura organizada y financiada por la CIA en tiempos de Eisenhower y heredada por John Kennedy, que el líder comunista aprovechó para hacer lo que hasta ese momento no se había atrevido: declarar el carácter socialista de la revolución y unir todavía más a los cubanos en torno a su figura.

Un año más tarde, con solo 36 años de edad, Castro fue protagonista principal de la crisis de los misiles, cuando en nombre de la hermandad socialista Cuba se convirtió en un sembrado de cohetes soviéticos y el mundo estuvo al borde de una guerra nuclear.

También Fidel Castro fue responsable último de la llegada del quinquenio gris a la cultura cubana y la introducción de un sinnúmero de instituciones acartonadas calcadas de la URSS; del éxodo del Mariel, que lanzó al exilio a 125.000 cubanos en unos pocos meses de 1980, una huida vergonzante que escandalizó al mundo y dividió aún más a las familias cubanas; el fusilamiento del general Arnaldo Ochoa y de otros altos oficiales de las Fuerzas Armadas y del Ministerio del Interior acusados de narcotráfico, la fractura interna más grave ocurrida hasta entonces dentro de la revolución.

En los años noventa, proclamó su consigna de “Socialismo o muerte”. Obligado en los años noventa a iniciar una tímida reforma económica que implicó la legalización del dólar y la apertura de ciertos espacios a la iniciativa privada.

Entre 1989 y 1993 el mundo se vino abajo para el socialismo cubano. La isla perdió de un plumazo el 90% de sus suministros y el 35% de su Producto Interno Bruto, y aunque el pragmatismo de Castro le llevó a aceptar una serie de reformas, en el fondo las aborrecía y ocurrió lo que suele pasar cuando alguien hace algo que no desea

En 2003, no le tembló el pulso para enviar a la cárcel a 75 disidentes con sanciones de entre seis y 28 años de cárcel pese a la unánime condena internacional, mientras la llegada al poder de Hugo Chávez en Venezuela fue para él un balón de oxígeno —el intercambio de petróleo por servicios de salud fue el pilar de las cuentas cubanas en la pasada década— además de un reverdecer de sus viejos sueños de extender la revolución por el continente. La temprana muerte del líder bolivariano fue para él y para su hermano Raúl Castro un duro golpe.

Tras la grave enfermedad intestinal que casi le cuesta la vida y le sacó del ejercicio del poder el 31 de julio de 2006, Raúl Castro se hizo cargo de la presidencia del Gobierno y luego del liderazgo del Partido Comunista.

En enero de 2015, el Gobierno cubano publicó una carta de Fidel Castro en la que, sin demostrar entusiasmo, este respaldaba el deshielo con EE UU emprendido por su hermano Raúl y anunciado en diciembre de 2014, pero alertando sobre hipotéticas deslealtades de Washington durante el proceso hacia la normalización de relaciones diplomáticas. “No confío en la política de Estados Unidos ni he intercambiado una palabra con ellos, sin que esto signifique, ni mucho menos, un rechazo a una solución pacífica de los conflictos o peligros de guerra”, señalaba en un escrito calculadamente ambiguo, dirigido a una federación estudiantil, que difundió el diario Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba (PCC).

Se fue Fidel no cabe duda que se nombre y su persona será inmortalizado por el mundo y por aquellos que lo admiraron y lo admiraran por siempre, entre ellos  uno de sus buenos amigos, el premio nobel colombiano Gabriel García Márquez, otros lucharan para que nombre desaparezca totalmente de sus mentes y de su historia.

                   Comunicado de Raúl Castro sobre la muerte de su hermano.




Fuente y Fotos: Diario El País.